La discapacidad de acuerdo con la OMS incluye la pérdida de funcionamiento estructural corporal, que incluye al psicológico y emocional, ya sea permanente o temporal, que genera cambios en las funciones o las estructuras corporales de manera que limitan la actividad y participación por la pérdida de capacidad, o desempeño en su realización.

El cuidado de las personas con discapacidades de diferentes tipos, cuando se prolonga por mucho tiempo, es muy demandante, o hace que los cuidadores renuncien a sus propias vidas o planes personales, sufren lo que se conoce como síndrome del cuidador quemado (burnout syndrome), que no es otra cosa que un agotamiento enorme, físico y emocional que incide en la calidad de vida del cuidador.

Aún cuando para muchos cuidadores esto es un acto de amor y sacrificio personal, lo cual lo hace mas sencillo de asumir, para otros es una imposición de las circunstancias, en ambos casos, ya sea con una motivación personal o no, el desgaste fisiológico y emocional es constante, y puede llevar a cambios sustanciales en el comportamiento, las percepciones y la salud.

Los cuidadores cuando no tienen un periodo de descanso, y es el caso de millones de personas, pueden enfermarse de forma tan grave como a la persona discapacitada que cuidan.

El apoyo psicológico es indispensable cuando ya se presenta un agotamiento extremo.

No es poco común que las familias se desentiendan de los discapacitados una vez que algún miembro de ella asume el cuidado principal, no hay nada mas injusto que esto, cuando no existan recursos económicos para contratar ayuda profesional de cuidadores, lo mas adecuado es distribuir de forma equitativa dicho cuidado.

No olvidemos que el discapacitado, sufre también del duelo de su salud perdida, que en muchos casos es algo paulatino y que los lleva a un sufrimiento enorme, sin embargo también pueden surgir situaciones en que sus exigencias, relacionadas con la perdida de su autonomía, genere escenarios muy complejos, que pueden ir desde la depresión profunda hasta el chantaje y la violencia verbal o física. En lo posible se debe buscar ayuda psicológica para el enfermo, preferentemente por un tanatólogo o en su caso un gerontopsiquiatra.

Lo anteriormente mencionado aumenta las tensiones sobre el cuidador, que ve a su ser querido ir apagándose o bien sufre de sus agresiones y la pérdida de su consciencia, si es un cuidador que no tuvo alternativa en el cuidado, puede generar enojo e ira que se suman al desgaste propio del cuidador.

Hay que tener apoyo emocional, actividad física, periodos de descanso, convivencia social para poder sostener el ritmo de cuidados, esto no lo puede hacer una persona sola, cuando ese es el caso el desgaste será notable.

Cuidemos a nuestros enfermos, cuidemos a los que cuidan a nuestros enfermos, cuidemos a nuestra familia siendo equitativos, empáticos, resilientes y compasivos.

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